¿Qué hace feliz a tu perro?
No sé si se lo han preguntando alguna vez; y no me refiero a lo obvio: comer, dormir calentito y que le rasquen la panza. A poco más de un año de estar en constante entrenamiento, con altas y bajas, observo más a Cleo y a Circe; me precio de conocerlas bien, desde que eran cachorritas, pero en este tiempo también he descubierto aspectos que no imaginaba y he tenido que cambiar de opinión en algunos puntos.
A Cleo siempre la catalogué como obediente y dócil, a pesar de comentarios acerca de que era una perra no sólo consentida sino temperamental, siempre discutí que era la más fácil de manejar. Sin embargo, a pesar que veo en su mirada toda la dulzura del mundo, tengo que reconocer que es terca y aferrada.

A Cleo le gusta la atención de la gente, bañar muñecos de peluche y jugar con la pelota, acostarse junto a mí y permanecer pegadita para sentirme mientras duerme, ver por la ventana lo que ocurre y que lleguen visitas a casa. La llevo poco al Club, al final pienso que ha avanzado mucho, hay una enorme diferencia entre la Cleo que se tiraba a matar sobre Circe y la actual. Aunque sé que esta declaración me traerá problemas con Tonatiuh (jajaja), no pretendo presionarla más, tiene ocho años, manías muy arraigadas de las cuales soy culpable y la asumo completamente como es, así que el ejercicio del Club es para que recuerde que no puede ir por el mundo comiendo perros y, por supuesto, darle un tiempo particular a ella una vez a la semana.

Con lo polémico que pueda resultar debo decir que es un ejercicio maravilloso para ella, tiene oportunidad de ladrar y morder, de sacar toda su energía y lo hace con una felicidad evidente; ella tiene todo lo que se necesita y juntas hemos descubierto algo más que puede hacer, sin importar su raza, su pequeño tamaño, sus grandes orejas o las ideas preconcebidos respecto a qué perros pueden aprender qué cosas.
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