deuda

En fin, que he adquirido una deuda insaldable, pues no tengo fotos ni anécdotas de Huitzilac; ya que no llegué nunca. Por cuestiones laborales del fantasma de la guarda, hubo que retrasarse, casi hasta el infinito.

Cuando me debatía entre subir a Cleo a la camioneta y salir corriendo a casa de mi madre o quedarnos a salvo entre las cobijas acurrucadas, sonó el teléfono. Al fin, después de un día caótico, había logrado llegar a su casa y se quejaba de mi propuesta de ir a comer el sábado, así que nos aventuramos a las diez de la noche de un 15 de septiembre a buscar un cine abierto; sí lo sé, par de ingenuos, sólo les pagamos a dos estacionamientos nuestro atrevimiento de querer evitar escuchar "el grito" a toda costa.

A la larga, cumplimos nuestro deseo, pues nos dieron las once y cuarto de la noche buscando dónde cenar; hasta que llegamos a un lugar en la colonia Roma, que nos brindó la hospitalidad necesaria para charlar algunas horas, ante una ciudad desierta pese a la fecha.

Para compensar la fatalidad del viernes y después de ir de compras, decidimos que nos merecíamos una función de teatro. Elegimos ver "El método Grönholm" que se presenta en la Sala Chopin. Una puesta en escena recomendable para una tarde de sábado, con buenas actuaciones y un tema por demás original: la crueldad de las selecciones de personal, con toda la carga de discriminación y prejuicios que suele haber en ese proceso.

Culminamos con un rico café en la colonia Narvarte. Mi sábado terminó a las dos de la mañana y hoy escribo desde la oficina, pues hay pendientes para mañana y es preciso terminarlos...

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