vistazo al pasado y al presente

Hoy asistí a una reunión laboral; me convocaron para trabajar en un proyecto como personal externo, en un área gubernamental en donde dejé de trabajar hace diez años.

El edificio no es el mismo; las funciones del área y casi todo el personal, sí. Llegué con una sensación extraña, con cierta melancolía y ganas de reencontrar a algunos compañeros.

Lo cierto es que hubo frialdad en el trato, salvo algunas excepciones, abundaron miradas de extrañeza ante mi presencia y cierto recelo; por mi parte me sentí ajena por completo a su mundo: las mismas bromas, los mismos comentarios, nada de expectativas y una muda resignación.

Cuando trabajé ahí todos eran adultos de entre 30 y 40 años con cierta experiencia, yo más joven que la mayoría exprimí lo que pude de quien pude y decidí saltar al abismo cuando tuve la oportunidad.

Hoy sé que fue una buena decisión, ahora todos están llegando a los 50 años y siguen percibiendo un salario que les ayuda a sobrevivir, dejaron hace mucho tiempo cualquier deseo de una vida exitosa o tal vez nunca lo tuvieron.

Yo estoy harta y deprimida, pero sigo en movimiento; ahora no salté al abismo, alguien que pensó que me hacía daño con eso, me empujó cuesta abajo... tal vez todo el cansancio y la preocupación que debió llegarme hace seis meses esté pesando ahora; sin embargo, hoy descubrí que este vuelo sin paraídas no es una caída, es sólo la posibilidad de dar un nuevo giro a mi vida y consolidar algo, fuera de una empresa.

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