recuerdos
A determinada edad conocer gente a la que uno admira es todo un evento, con el tiempo uno aprende a olvidarse, a restar importancia a los que escriben, a los que cantan, a los que pueden hacer lo que uno querría hacer; al crecer perdemos la capacidad de asombro.
Yo puedo sentirme a salvo, aun me asombran pequeños detalles, aun me divierten mis sobrinos con sus ocurrencias y me hace sonreír la inteligencia de mis perras...
Pero hay algunas etapas de mi vida que siento muy lejanas y quisiera rescatar un poco de quien fui entonces. Mi hermano mayor acaba de obsequiarme un recuerdo invaluable, logró trasladarme una deliciosa charla cargada de inteligencia y sarcasmo, una placentera tarde en compañía de don Germán List Arzubide y mi padre.

Después de dos o tres horas de charla, mientras caminábamos rumbo a su auto, don Germán tomado de mi brazo, me miró fijamente, con una mirada divertida y solemne a la vez, y me preguntó:
-¿De casualidad habrá oído hablar del Estridentismo?
No pude hacer otra cosa que asentir con una gran sonrisa.
Yo puedo sentirme a salvo, aun me asombran pequeños detalles, aun me divierten mis sobrinos con sus ocurrencias y me hace sonreír la inteligencia de mis perras...
Pero hay algunas etapas de mi vida que siento muy lejanas y quisiera rescatar un poco de quien fui entonces. Mi hermano mayor acaba de obsequiarme un recuerdo invaluable, logró trasladarme una deliciosa charla cargada de inteligencia y sarcasmo, una placentera tarde en compañía de don Germán List Arzubide y mi padre.

En la foto: Mi hermano, mi padre, don Germán List Arzubide y yo, hace demasiados años.
Después de dos o tres horas de charla, mientras caminábamos rumbo a su auto, don Germán tomado de mi brazo, me miró fijamente, con una mirada divertida y solemne a la vez, y me preguntó:
-¿De casualidad habrá oído hablar del Estridentismo?
No pude hacer otra cosa que asentir con una gran sonrisa.
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